Entre 1848 y 1960, la llamada "fiebre del oro" se extendió en Norteamérica, especialmente en la costa oeste (San Francisco y alrededores, sobre todo) y Alaska, aunque también hubo importantes minas de oro en México, Canadá, otros estados de EE.UU. Australia, etc... El ansia por encontrarlo y salir de la miseria, sumado a las mejoras en las redes de transporte, en concreto el tren, produjo migraciones masivas a esos lugares.
La población no indígena de California era de 14.000 habitantes. A finales de 1849, se alcanzaba la cifra de 100.000 personas y hasta 300.000 en 1854. Eran grupos de hombres jóvenes y fuertes que solos o con sus familias se trasladaban desde sus lugares de origen a California, Canadá (Klondike), Alaska o Australia. La mayoría de los colonos y buscadores de oro empezaron a llegar a San Francisco en 1849, por eso se les llamó los "forty-niners", y de ahí viene el nombre del equipo de fútbol americano de la ciudad del Golden Gate.
Pero no sólo eran hombres blancos los que acometieron la aventura del oro, sino de diversas razas. De hecho, el 25% de los buscadores de oro en todo el mundo eran chinos, pero por supuesto había también mujeres, indígenas y otras minorías. Esta mezcla hace especial la fiebre del oro, pues podríamos decir que fue global.
Acabada la primera ola, muchos de ellos volvieron a sus tierras de nacimiento; otros continuaron su búsqueda del oro; y algunos se asentaron en los destinos dorados creando minas, granjas, asentamientos, pueblos o ciudades.
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