Breve historia de la joyería

Desde sus inicios, el hombre ha estado interesado en la joyería, en usar adornos y complementos. Por eso la historia de la joyería es larga y se remonta a las primeras etapas de la evolución humana. A lo largo de todo el planeta, las diferentes culturas han usado la joyería con fines variados, usos y materiales distintos.

Veamos cómo ha sido la cultura de las joyas en las fases más representativas de la historia.

Prehistoria

Al principio se utilizaban adornos fabricados con conchas, huesos, madera, dientes o tendones de animales. Las primeras pruebas de joyería se dan en África. Se descubrieron cuentas de caracol marino datadas hace 75.000 años. Y hace unos 40.000 años se hallaron cáscaras de huevo de avestruz en Kenia. Este tipo de complementos eran también usados como talismanes mágicos.

Luego los hombres del paleolítico fueron descubriendo poco a poco minerales y piedras preciosas que encontraban en los ríos o bajo tierra, iniciando así una primitiva labor de minería.

Egipto

La joyería en Egipto tuvo un auge espectacular. Los egipcios eran muy aficionados a las joyas y les daban una importancia extrema, hasta el punto de enterrar a los muertos con joyas y tesoros, gracias a lo cual muchas de ellas se ha preservado hasta nuestros días. El uso de las joyas en Egipto indicaban rango u oficio, premios, decoración en templos, ajuar funerario, funcionarial (sellos) o creencias religiosas.

El nivel de joyería de los egipcios era ya muy elevado. Hay joyas con diseños espectaculares, con engastes, grabaciones, repujados, soldaduras o incrustaciones. Los metales más empleados eran el oro, el cobre y, en menor medida, la plata. También complementaban las piezas con piedras preciosas como el jade, el lapislázuli y el rubí.

Brazalete del antiguo Egipto

Oriente Medio

En el nacimiento de las civilizaciones como la sumeria, acadia, babilónica, asiria, persa o fenicia, se solía trabajar sobre todo con oro. Usaban las técnicas de granulado, consistente en engarzar pequeñas bolitas de oro sobre la joya, y la de la filigrana. Los fenicios siguieron la estela de los egipcios, pero mejoraron los sistemas de cierre y unión.

La evidencias arqueológicas más significativa es la de las tumbas reales de Ur, que datan del 2.900-2.300 a.C. En ellas se hallaron múltiples muestras de objetos en oro, plata y piedras semipreciosas. Las joyas mesopotámicas eran manufacturadas en láminas muy finas sobre las que se incrustaban piedras preciosas como ágata o jaspe. Desarrollaban piezas como anillos, collares, amuletos, e incluso navajas de afeitar o espejos en oro o bronce.

Grecia

Los griegos empezaron a trabajar el oro combinado con gemas ya desde el 1.600 a.C. Se especializaron en realizar joyas finas con diseños donde se empleaban a menudo la espiral y las hojas. También usaban piezas de ámbar y alfileres cuya cabeza era de cristal de roca. Como los egipcios, preparaban ajuares funerarios, siendo la máscara de Agamenón, toda fabricada en oro, su joya más notable.

Otras piezas destacadas eran las diademas, como la corona de laurel que se otorgaba a los vencedores en batallas y deportes. Sus diseños solían seguir los de los egipcios y los de Asia (en especial después de las conquistas de Alejandro Magno), pero ellos se inspiraban más en la naturaleza. No eran diseños especialmente elaborados al principio, pero fueron ganando complejidad con el tiempo.

Por lo que los griegos marcaron la historia de la joyería fue por la creación del camafeo, hecho a partir de una ágata llamada sardónice, proveniente de la India.

Los hombres griegos no solían usar joyas más que en ceremonias u ocasiones especiales. Se daban como regalo y las llevaban principalmente las mujeres para mostrar su posición social, su riqueza y resaltar su belleza. Las mayores zonas productoras de joyas fueron el norte de Grecia y Macedonia.

Joyas pulpo griegas

Roma

En la antigua Roma, la variedad de materiales de que disponían para la creación de joyas era muy amplia, debido a la enorme extensión de su territorio, sobre todo en época imperial. Además, el comercio con otros pueblos traía nuevos materiales exóticos desde Asia a través de la Ruta de la Seda.

Los romanos destacaron por las joyas hechas para el cabello. Cuanto más sofisticadas y llamativas eran, señalaban un estatus social más elevado. De entre las joyas de esta época, sobresale la argolla precursora de la alianza de compromiso. Simbolizaba el ciclo de vida que empezaba la pareja y su compromiso ante la sociedad. Al principio era fabricada en hierro, y luego en oro, plata y otros materiales.

Algunas de las piezas distinguidas de la joyería romana son el bullae, un colgante que llevaban los niños de familias de alta alcurnia; los crotalia, pendientes con una barra horizontal de la que caían varios colgantes; las monedas (que se utilizaban también como colgantes); los brazaletes y las horquillas.

En Roma, los hombres solían llevar sólo un anillo. La joyas las portaban las mujeres para destacar su nivel social y su riqueza. Tanto les gustaban a las mujeres romanas las joyas que algunos maridos se quejaban de la ostentación y el gasto que suponía. Hasta tal punto llegó el asunto que a principios del siglo II a.C. se aprobó la Lex Oppia, que regulaba la cantidad de oro y de vestimentas que las mujeres podían llevar. Ellas se movilizaron hasta lograr derogar la ley.

Edad Media

En esta etapa, los joyeros y orfebres ya trabajaban en talleres. Usaban oro y plata principalmente, pero también perlas y otras piedras preciosas, como el granate, muy apreciado. Las joyas en el medievo las utilizaban la realeza, la nobleza, el clero y los comerciantes ricos. Tan es así, que incluso en Francia e Inglaterra se dictaron normas que prohibían a la gente llevar joyas de oro y plata. Todo esto dotaba a las joyas de una simbología de poder y riqueza, y las gentes humildes les otorgaban poderes mágicos y curativos. Además, estas prohibiciones impedían el libre desarrollo de la joyería, siendo esta etapa un retroceso en este sentido.

No han quedado demasiadas joyas de esta época, pues eran a menudo fundidas o reutilizadas en piezas más modernas. En el siglo VIII, las armas era decoradas con joyas. Se creaban distintos tipos de joyas, pero las fíbulas, los anillos signatarios y los amuletos eran las piezas más elaboradas.

Los pueblos medievales más mañosos en el arte de la joyería fueron los celtas y los merovingios. Un ejemplo de orfebrería medieval en España es el hallazgo entre 1858 y 1861 del tesoro de Guarrazar, un conjunto de coronas y cruces de varios reyes del reino visigodo de Toledo.

Gran Cruz del tesoro de Guarrazar

Renacimiento

Esta etapa supuso una revolución en todas las arte y la joyería no fue menos. Su desarrollo en Europa fue fulgurante. Nuevos materiales se incorporan como la malaquita y el alabastro, además del uso abundante del color. Dos de las joyas que más éxito tienen son el colgante y el broche con un retrato dentro. Otra de las novedades de la época es la inclusión de joyas en la indumentaria, a modo de prendas bordadas con perlas o aplicándoles metales preciosos.

Pintores y escultores se dedicaron también al diseño de joyas, como Albert Durero o Hans Holbein. Se dieron también orfebres cuyas obras tenían una calidad extraordinaria, de auténticas obras de arte, como es el caso de las piezas de Benvenuto Cellini. 

Siglos XVII al XIX

En estos siglos el avance de la tecnología hizo que se pudiera tallar metales y piedras de mayor dureza, lo que dio una preponderancia al diamante. La revolución industrial ofreció la posibilidad de fabricar joyas en serie, abaratando costes, pero también facilitando las copias y la imitación, dando lugar a la llamada "bisutería". 

Entre las joyas novedosas, se crea en Francia el aderezo, un juego de tres o cuatro piezas (colgantes, pendientes, sortijas, brazaletes...) que se vendían conjuntamente. También se volvió a poner de moda el camafeo, después de que se le hiciera uno a Napoleón.

En el siglo XIX nacieron grandes firmas de joyeros: Tifanny & Co. (1837), lo que puso a EE.UU. en el mapa de la joyería mundial; Cartier (1847); Fabergé (1870) o Bulgari (1884).

Siglo XX

Este siglo quedó marcado por el Art Nouveau, incorporado por René Lalique en joyería, y otros movimientos parecidos como el Jugendstil alemán, el Arts and Crafts anglosajón, el Modernismo español o el Liberty italiano. Aunque estos movimientos nacieron a finales del XIX, se desarrollaron a principios del XX.

Nace la joyería de autor y el esmaltado es una de las técnicas más empleadas. Entre las décadas 20 y 30 , surgió el Art Decó como reacción a la supuesta decadencia de las formas representadas por el Art Nouveau, y se trató de volver a diseños y líneas más simples. Luego, la escuela alemana Bauhaus llevaría esa idea a diseños más depurados aún, sentando las bases del diseño industrial y gráfico contemporáneos. se introdujeron materiales nuevos como el plástico y el aluminio. 

Desde entonces, la joyería redefinió su valor social, la bisutería se quedó y se ha entrado en una etapa de eclecticismo en el diseño y los materiales utilizados.

Si quieres conocer más detalles de la fascinante historia de la joyería, puedes consultar este otro artículo.

Ejemplo de joya art decó

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